sábado, 17 de noviembre de 2007

MEMORIAS DE SUBSUELO

El campo artístico acompañó, a lo largo de los años, los cambios sociales y políticos que atravesaba el país y evolucionó a la par de ellos. El teatro under es un fenómeno que ha mutado hasta la actualidad.

“El teatro: arma de acción contra el sistema”
Desde sus comienzos el teatro en la Argentina no sólo estuvo ligado a procesos sociopolíticos, sino que fue muchas veces víctima de dictaduras e intolerancias.
En 1930 se llevó a cabo el primer golpe de Estado de la Argentina. Roberto Cossa, dramaturgo argentino, describió ese año como “aquel donde el teatro de arte encontraría una estructura que lo convertiría en un arma de acción contra el sistema”. El surgimiento del Teatro del Pueblo generó una nueva forma de hacer teatro, cambió las estructuras y sirvió en parte como modelo del teatro actual. Fue una de las primeras expresiones de teatro independiente de la Argentina y América Latina. Nació en un ámbito sociocultural donde la crítica a la dramática comercial se evidenciaba mediante la propagación de grupos de arte independiente y poseía una política de llevar las artes escénicas a la gente.
La historia política presentó hasta 1945 una secuencia de gobiernos que llegaron al poder mediante el fraude o la violencia: entre 1945 y 1955 se instaló la década peronista y desde 1955 a 1983 se sucedieron gobiernos civiles y regímenes militares. Durante toda esta época, el teatro fue víctima de un tipo muy particular de censura: podía existir en tanto pasara desapercibido y se mantuviera entre unas minorías. En las salas oficiales la mayoría de los autores argentinos eran excluidos del circuito porque se los consideraba ideológicamente “de izquierda”. Quienes resistían se limitaban a la actividad privada, destinados a exhibir sus obras en pequeños recintos. Por otra parte, los empresarios de los grandes espacios estrenaban sólo comedias que eludieran cualquier connotación política. Existía una autocensura por miedo a disgustar al poder de turno.
En los teatros que no tenían gran notoriedad se estrenaban las obras con intencionalidad política y social. En estas salas se gestaron las primeras producciones que, durante 1976/83, atacaron directamente al régimen dictatorial. Uno de esos espectáculos fue “Ka … Kuy”, de Ángel Elizondo, fundador de la “Escuela Argentina de Mimo, Pantomima y Expresión Corporal”, primera en su género en el país (hoy se llama “Escuela Argentina de Mimo, Expresión y Comunicación Corporal”). La pieza fue prohibida en Argentina durante la dictadura pero se mantuvo fuera del país, fue llevada a Alemania y grabada en video.
El movimiento conocido como Teatro Abierto nació en 1981 con el impulso de un Osvaldo Dragún, Juan Félix Roldán, Víctor Watnick entre otros actores, dispuestos a reafirmar la existencia de la dramaturgia argentina. El Teatro Abierto puede considerarse un “hijo” del Teatro del Pueblo, dado que compartía el espíritu de resistencia cultural y de disconformidad con el arte comercial.
El 28 de Julio de 1981 se inauguró el ciclo. En esa oportunidad, el dramaturgo Carlos Somigliana escribió: “¿Por qué hacemos Teatro abierto?... Porque sentimos que todos juntos somos más que la suma de cada uno de nosotros... Porque amamos dolorosamente a nuestro país y éste es el único homenaje que sabemos hacerle”. Una semana después de su apertura, un grupo comando ligado a la dictadura incendió el Teatro del Picadero. Pero Teatro Abierto pudo continuar en el Teatro Tabaris, la más comercial de todas las salas de la calle Corrientes y con el doble de capacidad que la anterior.

“Hazte fama y échate a dormir”
Un punto de inflexión en la cultura argentina es el conocido Parakultural. Fundado en 1986 por Omar Viola y Horacio Gabin surgió como una convocatoria de artistas para artistas pero rápidamente se sumo mucha gente: poetas, pintores, músicos de rock, entre otros. Según Viola, el Centro Parakultural fue “un espacio generador; no era solamente ver el espectáculo e irse sino que el lugar contuviera, que fuera generador de ideas, era como un baño de energías”. Lo recuerda como algo no muy planificado, espontáneo, donde el público tenía una gran intervención con los actores, ya que dialogaba con ellos o subía a los escenarios. En palabras de Viola, “hacer cultura es eso, no viene de arriba, sino que es moldear, trabajar, dialogar, dar espacio”. Bajo esos conceptos se desarrolló la primera época del Parakultural, entre los años 1986 y 1990 en el sótano del Teatro de la Cortada (en Venezuela 336).
Durante este período, la Argentina se encontraba en la reconstrucción de la democracia. Respecto a esta etapa, Jorge Dubatti, investigador e historiador de teatro, sostiene que “a finales de la dictadura apareció la categoría under y se prolongó durante los primeros años de la post dictadura”. La utilización de la palabra under remitía a la existencia de una cultura subterránea, una cultura alternativa que no podía estar visible debido al gobierno de facto, pero que afloró a la superficie cuando el país retornó a la democracia. Cristina Martí, actriz integrante del Clú del Claun, ironiza respecto a los años ochenta: “le tenemos que agradecer a la dictadura porque nos apretó tanto, no nos dejó hacer nada que después cuando salimos, salió una primavera”.
Esa “primavera” congregó en los escenarios del Parakultural, el Café Einstein o Cemento a muchos actores que actualmente gozan de gran prestigio: Hernán Gené, Guillermo Angelelli, Alejandro Urdapilleta, Maria José Gabín, El Clú del Claun, las Gambas al Ajillo, Humberto Tortonese, Carlos Belloso y Damián Dreizik entre otros. Pero sin duda, una figura emblemática de esa época fue Salvador Walter Barea, más conocido como “Batato” Barea. Además de su espontaneidad y búsqueda constante de reacción en el espectador, su presencia se caracterizaba por vestidos y accesorios que lo identificaban como una mujer. Sin embargo, su voz y su porte eran masculinos. “Era un travesti muy sui géneris”, sostiene Viola.
Lo que caracterizaba a los años del teatro under era una necesidad desmedida de comunicar, de congregarse, crear, y expresarse de manera espontánea. “No había especulación ni en los actores ni en el público, el hecho estaba en festejar en esa comunión”, arguye Seedy González Paz, artista plástico y amigo de Batato. También Martí recuerda que “no había especulación monetaria, había un deseo de hacer por hacer, eso nos movía a todos en ese momento”.
Parakultural New Order constituye la segunda etapa del Parakultural, que se llevó a cabo entre 1991 y 1997 en Chacabuco 1072, en lo que era una casa abandonada. En esta época, surgieron nuevas figuras como Alfredo Casero, Marcelo Mazarello, Alacrán, Pablo Cedrón, Fabio Alberti, Diego Capusotto y Mex Urtizberea. La respuesta de la gente a esta segunda parte fue exitosa, pero tras reiterados conflictos con un vecino debieron cerrar definitivamente.

Re-generaciones
Durante los años noventa la categoría under se amplió tomando otros matices. Nuevas tendencias afloran dentro del teatro de Buenos Aires, una cultura emergente, que es lo contrario de subterráneo, es aquello que empieza a aflorar, que empieza a mostrarse. “Es por eso que podemos observar como un rasgo sobresaliente que muchos de los grupos que se consideran under en la post dictadura, cuentan con subsidios del Estado, o con grandes directores que no tienen nada que ver con el under” afirma Julieta Otero, actriz de la Obra “Acida” que se desarrolla en El Tadron “y también es paradójico, porque todo lo que existe hoy, es a causa de lo que pasó veintiséis años atrás. En la actualidad, en un barrio como Almagro hay treinta teatros que son casas de particulares transformadas en teatros y el problema es habilitarlos”.
Existe una cultura teatral que opera en los márgenes del campo intelectual oficial, que trabaja con códigos diversos a los ya plenamente estatuidos. La Ley Nacional 24.800 llama teatro independiente a un tipo de teatro que no cuenta con los aportes de un productor comercial, ni con los de un teatro oficial, -podría ser el teatro San Martín, el Complejo Teatral Buenos Aires o el Teatro Cervantes, sea en el orden municipal o en el orden nacional- y que sus salas cuentan con una restricción numérica. Un ejemplo es la mutual de Catalinas que produce al grupo Catalinas Sur.
La categoría que se equipara con under actualmente es la de teatro independiente. Este término se utiliza para identificar fenómenos muy distintos, desde obras subvencionadas por el Estado, obras desarrolladas en casas particulares sin ningún tipo de ayuda económica hasta obras que son ideológicamente opositoras al orden estatuido.
A si mismo, la mayoría de los grupos teatrales además de trabajar en estructuras independientes, trabajan en estructuras de auto-gestión o de cooperativas. Cuando un espectáculo no esta producido ni por el Estado, ni por un particular, ni por otra institución se la denomina espectáculos de auto-gestión, siendo que este organizado en forma improvisada o en forma sistemática.
Otro elemento que complejiza notablemente los matices del under es que los productores de teatro -que en los años canónicos del teatro independiente no admitían contaminaciones o cruces con otros circuitos-, hoy los admiten. Un ejemplo notable es Daniel Veronese, quien trabajaba en forma independiente en algunos espectáculos con subsidios de instituciones extranjeras, por ejemplo HEBEL en el año dos mil seis y muchos de sus espectáculos los estrena Primero en Europa. Hace producciones comerciales subvencionadas por el Paseo la Plaza -“El método Gronholm”-. La misma figura atraviesa todos los circuitos sin que eso produzca ningún conflicto. Para Seedy González Paz “La esencia del teatro under no desapareció; pero hoy es muy difícil sustentar la vieja concepción del under como reacción política. Estaría desplazada por el concepto de teatro de Autogestión o de estructura cooperativa. La lucha sigue, solo cambian las formas